Ni la decisión del Congreso de limitar los poderes de la NSA ni mucho menos la polémica mediática que generó el hackeo a la NSA han conseguido poner freno a las actuaciones de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Tal y como ha revelado un nuevo informe, en el último año la NSA ha seguido con el espionaje de los ciudadanos a pesar de que su campo de acción debería haber quedado limitado única y exclusivamente a las personas que tuvieran alguna relación con el terrorismo.
Fue durante el año 2015 cuando el Congreso de Estados Unidos sacó adelante una modificación en la ley que obligaba a la NSA a limitarse a interceptar únicamente las conversaciones telefónicas de sospechosos que habían demostrado tener alguna relación con el terrorismo. Pero tal y como ha sacado a la luz un nuevo informe, la NSA interceptó nada menos que 151 millones de registros telefónicos de ciudadanos estadounidenses durante el pasado año 2016. Y resulta que la agencia tan solamente tenía luz verde para interceptar las conversaciones de 42 sospechosos.
Es importante destacar que lo que ha NSA ha estado interceptando en esos 151 millones de registros telefónicos registrados durante el año pasado no es el contenido de las propias llamadas, sino los denominados “metadatos”: números de teléfono, duración de las llamadas, frecuencia de las conversaciones… información que, de alguna forma, le ayuda a este organismo a prevenir ataques terroristas en territorio estadounidense.
De hecho, fue precisamente desde los ataques del 11S del año 2001 cuando la NSA comenzó a monitorizar de forma masiva las conversaciones telefónicas que mantenían los ciudadanos residentes en territorio estadounidense. En teoría, la agencia nunca ha tenido acceso al contenido de estas conversaciones, y tan solamente ha podido trabajar con los metadatos que dejaba tras de sí cada una de estas llamadas.